“Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” Apocalipsis 4:11
"Entonces dijo David al filisteo:
Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina;
mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos,
el Dios de los escuadrones de Israel,
a quien tú has provocado."
Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.
(Reina-Valera 1960 - RVR1960)
David le contestó:
—Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre del Señor todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que tú has desafiado.
(Dios Habla Hoy - DHH)
Then said David to the Philistine, Thou comest to me with a sword, and with a spear, and with a shield: but I come to thee in the name of the Lord of hosts, the God of the armies of Israel, whom thou hast defied.
Cinco viajeros se refugian de una tormenta en el restaurante “La última oportunidad”, ubicado al lado de una desolada carretera. A medida que el mesero les toma sus pedidos y conversa con ellos, se dan cuenta de que ése hombre no es una persona ordinaria.
Un matrimonio destruido y al borde del divorcio, una jovencita abusada por su padrastro y que huye de su hogar, un hombre de negocios millonario y sin escrúpulos y una mujer que busca desesperadamente el romántico amor de su vida, responden de manera diferente a la propuesta del mesero: “Tengo un plan para cada uno de ustedes. Todo lo que tienen que hacer es creer en mi.”
Unos le creen sin objetar, otros lo ponen a prueba con sus preguntas y otros simplemente se van. ¿Qué harías tú?
Cinco desconocidos y un acto de Dios
Cada alma busca la redención y nadie escapará al juicio
El destino los unió y sólo la fe puede salvarlos
Yugo desigual
No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué
compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz
con las tinieblas?
2 Corintios 6:14
Que fuertes pueden sonar estas palabras para un cristiano que ha puesto sus ojos en un inconverso. Qué difíciles de aceptar y poner en práctica cuando deseamos formar una familia con alguien que no comparte nuestra fe.
Lo primero que viene a nuestra mente es que con nuestra oración podremos llevarlo a los pies de Cristo. Pero no logramos ver las consecuencias de ignorar lo que Dios nos pide.
Melissa es una joven a la que no le importa conducir 400 millas para encontrarse con su novio Paul, pensando que le propondrá matrimonio. Pero los planes de Jesús para ella son diferentes.
La conversación entre Melissa y Jesús nos hace entender que muchas veces nuestros caminos no son los caminos de Dios, pero sin duda Dios nunca se equivoca. Nosotros sí.
- Melissa, tengo mucho más para tí también, si confías en mí. Cuando te pida cosas que no quieras hacer, ¿qué harás? - No entiendo. - No puedes casarte con Paul. - Pero lo amo. - Bueno, no debería decir que no puedes porque sí puedes. Pero no deberías. No es mi deseo para ti, Melissa. - Pero lo amo. - Melissa, tienes un corazón muy bondadoso. ¿De cuántos chicos te has enamorado desde que tienes 16 años? - Pero él también me ama. - Melissa, no es mi voluntad que una futura pareja sean tan diferentes. Paul no cree en mí. - ¿Y si me caso con él y hago que mi misión sea salvarlo? Puedo hacer eso. - Melissa, ¿lo amas, de verdad? - Si, lo amo. - ¿Quién crees que lo ama más? ¿Tú o yo? - Obviamente tu, pero... - Melissa, Paul no siente por ti lo que tu sientes por él. Odia su trabajo en Winemoka. Es un hombre solitario. En estos momentos piensa que eres exactamente lo que él necesita. Pero dentro de dos años, cuando regrese a Los Ángeles, querrá algo más, algo que no podrás darle. Le crecerá un gran disgusto hacia ti. ¿Y sabes que es lo que más le disgustará de ti? Tu fe en mí. Esa será la diferencia más grande entre ustedes dos. Asi que en lugar de ser la herramienta que lo acerque a mi, causará que tome la dirección opuesta. Melissa, ¿no es más importante que me ame a mí que a tí? - ¿Llegará a creer en ti? - Con el tiempo sí. Lo hará. - Entonces, podría... - Melissa, te lo prometo, para ese entonces ni siquiera querrás tener la posibilidad. Recuerda, te tengo preparadas muchas cosas maravillosas para ti.
La pureza del mundo creado por Dios
Hay una escena en la película que puede pasar desapercibida pero que tiene un gran trasfondo. - ¿Tiene café? - le preguntan al mesero. - Lo siento lo único que sirvo es agua. - contesta él. Melissa bebe el agua y queda sorprendida. - Sabe rica. - dice ella. A lo que el mesero le responde: - Es mi propia receta. Dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno.
Esto me hizo pensar en el sabor real que tiene el agua. La verdadera agua. Agua obtenida de una naturaleza sin contaminación. El agua que Dios creó pero que nosotros hemos pervertido al punto de que ya no deseamos beberla sin que pase primero por procesos de purificación que sin duda la transforman, alejándola de lo que era inicialmente.
Y lo que hemos hecho con el agua es lo mismo que hemos hecho con todo lo que nos rodea.
Dios creó un mundo perfecto, bello, puro. Y muchas veces, con el afán de mejorarlo u obtener algo de él, lo hemos destruido.
Pero Dios puede restaurar todas las cosas, incluyendo un corazón pecador. ¿Lo crees?
Todo comenzó a ocurrir gradualmente. Entro en la habitación y digo algo, y nadie se da cuenta.
Digo: “apaguen la televisión, por favor”… y nada ocurre.
Entonces lo digo más fuerte: “¡APAGUEN LA TELEVISION, POR FAVOR!”.
Finalmente tuve que ir y apagar yo misma la televisión.
Entonces comencé a entender.
Mi marido y yo estuvimos en una fiesta durante tres horas y yo ya tenía ganas de irme. Me acerqué a él, que estaba conversando con un compañero de trabajo. Me acerqué para irnos, y él siguió conversando! ¡Él ni siquiera me respondió! Fue ahí cuando me di cuenta… ¡Él no puede verme!
¡Soy invisible!
¡Soy INVISIBLE!
A partir de ese momento lo empecé a notar más y más.
Llevé a mi hijo al colegio y la profesora le preguntó: “¿Jake, con quién has venido?”, y mi hijo respondió: “con nadie”.
Él tiene tan solo 5 años, pero… ¡¿con nadie?!
Una noche estábamos entre amigas celebrando el regreso de Jenisse que venía de viaje de Inglaterra. Jenisse había hecho este increíble viaje y no paraba de contarnos de los hoteles fabulosos en los que había estado, y yo estaba allí sentada, observando a las otras mujeres en la mesa. Me había maquillado en el auto, camino allí. Llevaba puesto un vestido viejo porque era lo único limpio que tenía. Tenía el pelo recogido con un clip con forma de plátano, así que me sentía realmente patética.
Y entonces Jenisse vino hacia mí y me dijo: “Te he traído esto”.
Era un libro sobre las grandes catedrales de Europa. No comprendí. Entonces leí la dedicatoria. Ella escribió:
“Con admiración, por la grandeza de lo que tú estás construyendo cuando nadie lo ve”.
No puedes mencionar los nombres de las personas que trabajaron en la construcción de las grandes catedrales. Una y otra vez, buscando por el libro quiénes habían construído estas maravillosas obras, intentas buscar los nombres y solo dice: “autor anónimo… anónimo… anónimo…”.
Ellos completaron sus obras sin saber si alguien notaría su trabajo.
Hay una historia acerca de uno de los constructores que estaba tallando una pequeña ave en el interior de una viga que luego iba a quedar cubierta por el techo. Y alguien se le acercó y le preguntó: “¿por qué empleas tanto tiempo en hacer algo que después nadie podrá ver?”. Según cuenta el libro, el constructor respondió: “porque Dios sí lo ve”.
Ellos confiaban en que Dios lo veía todo.
Ellos entregaron toda su vida a un trabajo, un magnífico trabajo que jamás verían terminado. Ellos trabajaron día tras día. Algunas de estas catedrales tardaron más de cien años en construírse. Eso es más tiempo que toda la vida laboral de un hombre. Día tras día, ellos hicieron sacrificios personales sin buscar crédito a cambio, realizando un trabajo que nunca verían finalizado, por una obra en la que sus nombres jamás figurarían.
Un escritor se adelantó a decir que “ninguna Gran Catedral jamás volverá a ser construída, porque muy pocas personas están dispuestas a sacrificar su vida de esta forma".
Cerré el libro y fue como si oyera a Dios decir:
“Yo sí te veo. Tu no eres invisible para mi. Ningún sacrificio es tan pequeño como para que yo no lo note. Veo cada tortita que cocinas, cada plato de lentejas que haces, y sonrío por cada cosa que veo. Veo cada lágrima de decepción cuando las cosas no salen de la manera que esperabas. Pero recuerda: tú estás construyendo una Gran Catedral que no será terminada durante tu vida, y lamentablemente no podrás vivir en ella. Pero si la construyes bien, yo lo haré”.
Actualmente, mi invisibilidad fue un punto de inflexión para mi, pero ya no es una enfermedad que carcome mi vida. Es la cura para la enfermedad de mi egocentrismo; el antídoto para mi propio orgullo. Está bien que no me vean. Está bien que no sepan. No quiero que mi hijo le diga a sus amigos que trae del colegio: “No pueden creer lo que hace mi mamá, se levanta a las cuatro de la mañana y nos hace tortitas, y nos cocina pavo y plancha todas las sábanas”. Incluso si hago o no esas cosas, no quiero que diga eso. Quiero que él quiera venir a casa y, en segundo lugar, quiero que le diga a sus amigos: “les va a encantar estar allí”.
Está bien que no vean. No trabajamos para ellos. Trabajamos para Él. Nos sacrificamos por Él. Ellos nunca lo verán, por más que lo hagamos bien, por más que lo hagamos perfecto.
Recemos para que nuestras obras se mantengan como monumentos a un Gran Dios.
"¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano,
y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?"
Mateo 7:3 (Mateo 7:1-6)
Un crítico de arte fue invitado a una galería de pintura de un artista novato. El crítico no podía ver sin sus lentes y el problema era que había llegado a la galería sin ellos.
Empezó a observar las pinturas pero no podía analizarlas profundamente. Todos los invitados estaban atentos a lo que este crítico opinara de las pinturas.
Al finalizar de observar todas las pinturas, el crítico sabía que para alimentar su fama debía hablar mal de alguna y de un momento a otro se paró al frente de un cuadro con lo poco que podía ver, empezó a criticarlo en voz alta diciendo:
— "Aunque intentó dibujar una forma humana, ésta se ve deforme y horrorosa."
Uno de los presentes se le acercó y le dijo al oído:
— "Señor, está parado frente a un espejo."
Muchos de nosotros somos especialistas en buscar y juzgar los errores de los demás, pero no somos capaces de identificar los propios. Es por tal motivo que nuestro Señor Jesucristo en el sermón del monte nos exhorta a ser jueces primeramente de nosotros mismos y a reconocer que nuestras faltas son más terribles que las faltas de nuestros hermanos y que para poder corregirles debemos corregirnos primero.
Tengamos cuidado porque muchas veces, cuando señalamos a alguien con nuestro dedo índice, se nos olvida que en la misma mano hay otros tres dedos señalándonos.
"El Señor no retarda su promesa,
según algunos la tienen por tardanza,
sino que es paciente para con nosotros,
no queriendo que ninguno perezca,
sino que todos procedan al arrepentimiento."
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
(Reina-Valera 1960 - RVR1960)
No es que el Señor se tarde en cumplir su promesa, como algunos suponen, sino que tiene paciencia con ustedes, pues no quiere que nadie muera, sino que todos se vuelvan a Dios.
(Dios Habla Hoy - DHH)
The Lord is not slack concerning his promise, as some men count slackness; but is longsuffering to us-ward, not willing that any should perish, but that all should come to repentance.