Reflexiones |
"Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así." - Lucas 12:43
(Lucas 12:41-48)
(Lucas 12:41-48)
- ¿Cuánto vale esa joya? -preguntó Juan, ansioso por tener esa reliquia.
- No tiene precio -respondió el propietario de la gema.
- Entonces, ¿no la vende...?
- Dije que no tiene precio, pero podemos hacer trato si tú quieres poseerla...
- ¿Cuál es el trato?
- Si quieres la joya, dame todo el dinero que tienes en tu bolsillo y tus ahorros; sea mucho o poco, eso entra a cuenta...
- Si le doy todo mi dinero, no podré comprar combustible para mi auto...
- No te preocupes por el auto, también entra a cuenta...
- ¿Qué? ¿Cómo podré llegar a mi casa y contarle a mi esposa...?
- Ah, ¿tienes casa? También entra como parte de pago. ¿Qué más tienes?
- ¿Qué? ¿Quiere más aún? Si tengo que darle todo eso, no quiero su joya...
- Espera, el trato te conviene. Tú quieres la joya ¿verdad?
- Sí, pero no a ese costo...
- ¿Y si te digo que puedes llevarte esta joya, y continuar usando todo el dinero que tienes y el que ganarás después y usar el auto, la casa donde vives y todos tus bienes como si fuesen tuyos, aceptarías?
- ¡Claro que sí! ¡Hagamos trato!
- Bien, pero hay una sola condición más...
- ¿Cuál es? Yo cumpliré.
- La condición es que uses todo como si fuese tuyo, pero que no olvides que ya no lo es. En cualquier momento volveré a pedirte cuentas y evaluar cómo estás usando lo que es mío. Si lo usas bien, te lo seguiré confiando; de lo contrario te los quitaré.
Si tuviéramos así de claro el concepto de mayordomía, Dios nos confiaría mucho más de lo que ahora estamos administrando.
Recuerda: sólo eres mayordomo de todos los bienes; Dios es el dueño.
Pedro Salces Ruiz
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